Era una tarde tranquila, todo parecía en orden con tu Mini Bull Terrier, pero de repente, notaste algo peculiar: tu perro comenzó a lamerse insistentemente las patas delanteras y traseras. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez parecía más persistente, casi como si estuviera tratando de calmar una molestia que no podías ver. Al principio, podría parecer algo inofensivo, incluso adorable. Pero ¿y si detrás de ese comportamiento se esconde algo más?
Los perros, al igual que nosotros, tienen formas únicas de comunicar su incomodidad o estrés, y el lamido de patas es una de ellas. Un ejemplo, imagínate caminando descalzo sobre una alfombra de césped fresco. Todo parece perfecto hasta que un pequeño bicho o una planta irritante te pica. Lo mismo le puede pasar a tu Mini Bull. Una alergia a algo tan común como el polvo o ciertos tipos de plantas puede hacer que sus patas le piquen. Y cuando un perro siente picazón, su primer instinto es lamerse. A veces, incluso una pequeña herida, una espina clavada o el contacto con algún producto químico puede ser la causa de su malestar.
Luego está el estrés, ese visitante silencioso que puede aparecer cuando menos lo esperamos. Para algunos perros, lamerse las patas es una forma de calmarse, como cuando nosotros nos mordemos las uñas o jugamos con nuestro cabello. Si tu Mini Bull se siente solo, aburrido o ansioso, especialmente cuando te vas de casa, puede que comience a lamerse para sentirse mejor. Pero … ¿Es solo un hábito? ¿Qué pasa si ese lamido se convierte en una obsesión? Al igual que nosotros podemos desarrollar hábitos nerviosos, los perros también pueden hacerlo. Un lamido ocasional puede volverse constante, y eso no solo es un signo de que algo no está bien, sino que también puede llevar a problemas mayores, como infecciones en la piel o en las uñas.
En algunos casos, el lamido puede ser una señal de que algo más profundo está ocurriendo. Los perros mayores, por ejemplo, pueden comenzar a lamerse las patas debido a la artritis, un dolor en las articulaciones que les resulta incómodo. Incluso los perros jóvenes, si han sufrido alguna lesión muscular o articular, pueden recurrir al lamido para tratar de aliviar el dolor.
Si notas que tu Mini Bull se lame las patas con demasiada frecuencia, es momento de prestar atención. Este comportamiento, si se vuelve excesivo, puede llevar a la pérdida de pelo, enrojecimiento, e incluso a que tu perro se haga daño a sí mismo. Un veterinario podrá darte la mejor guía para entender y tratar la causa subyacente.
La clave para evitar que este comportamiento se convierta en un problema persistente es la vigilancia y el cuidado constante. Mantén un ojo en las patas de tu perro, asegúrate de que estén limpias y sin heridas y no mojadas. Además, dale suficiente ejercicio y estimulación mental para evitar que el aburrimiento lo lleve a lamerse en exceso. Al final del día, nuestros Mini Bull Terriers nos muestran su amor de muchas maneras, y es nuestro deber entender sus señales y responder con el mismo cariño proporcionado.