Llegó el día. No es un embarazo cualquiera. Es la primera generación nuestra y eso lleva trabajo. Trabajo en este caso de tres años. Tres años en los que te vi nacer, te vi madurar y te convertiste en lo que eres ahora.
Desde el día en que nacistes, tuve que ir analizando tus defectos y tus virtudes, así como analizar la sangre de los posibles sementales, para dar con el perfil adecuado que cumpla tus carencias y que acentúe tus virtudes. Y eso nos llevó a él, un semental fuera de nuestro país al que tuve el privilegio de verlo en persona y en ese momento pensé: ¡¡Es el elegido!!
Hasta dar con él, tuvimos que pasar una series de controles tipo para asegurarnos de un buen embarazo y un muy buen bienestar de los puppies. Para garantizar que no se vaya a transmitir ningún problema congénito.
Fue duro y frío el hecho de tener que mandarla a otro país a inseminar, pero siempre te garantizas de que sea mucho más fiable que un semen refrigerado por las condiciones en la que te puede llegar.
¡¡Dicho y hecho!! La llegada tras 10 días fuera fue inexplicable. Lo primero por la incertidumbre de si estas en gestación o no y segundo; porque ya se la echaba de menos… yo, y el resto de la manada .
El día grande llegó transcurrido un mes después de la monta. Aunque ya se te veían los primeros síntomas, podía ser cosa nuestra, por lo que decidimos ir y que os dieran el visto bueno los profesional mediante una ecografía para el seguimiento de la gestación.